El cuento del viajero

 

 

Erase una vez un joven leñador que vivía en el bosque, no en un bosque como los de antes sino como los de ahora.

 

Un día le visitó un extraño viajero, y como todo el mundo sabe los viajeros sólo se quedan el tiempo imprescindible y necesario, después siguen su camino.  Le saludó amablemente y le dijo: “tú y yo tenemos mucho de qué hablar”.

 

 

 

El leñador miró al viajero de arriba y abajo y le dijo“No tengo tiempo para sentarme a conversar contigo, tengo mucho que hacer”.

 

 

 

–    “Es el momento adecuado para reflexionar sobre tu vida, lo que has aprendido, lo que sigues repitiendo que no te sirve y te hace daño, los malos entendidos y heridas que siguen sangrando. Lo siento, ya no es una elección. A partir  de ahora yo soy parte de tu realidad”.

 

 

 

–    “No entiendo nada y me haces perder el tiempo”.

 

 

 

–    “No puedes seguir como hasta ahora. Necesitas realizar cambios en tu vida, ordenar y limpiar los armarios del pasado. No te voy a dejar, entiendelo, estoy aquí, mírame, no me iré. Yo soy más grande que tu.”

 

 

 

–    “Déjame de tonterías”.

 

 

 

–    “Tu cuerpo ha comenzado hace tiempo a mandarte señales, síntomas que no has querido escuchar.  He tenido que venir yo en persona  con la esperanza de que me escuches. No me voy a ir. Este es el momento, no hay elección, yo me impongo en tu realidad, soy inmediato y a partir de ahora somos inseparables, las 24 horas al día, día y noche, tu compañero en este trayecto de viaje”:

 

 

 

–    “¿Y tu quién eres para hablarme así? ¿Quién te crees que eres para interrumpir mi vida así? ¿Y por  qué yo? ¿Por qué ahora, en este momento? Déjame”.

 

 

 

–    “Yo soy la enfermedad y he venido a mostrarte verdades sobre ti y tu vida, cambios inmediatos que necesitas hacer y no puedes posponer.

 

 

 

Quiero que me mires a la cara, que abras los armarios del pasado y comiences a limpiar; que revises las antiguas heridas que todavía sangran y las ayudes a cicatrizar.

 


Vengo para que mires con respeto a todo lo que no pudo ser en tu vida, lo que nunca será y tomes fuerza de ello. Vengo para que te centres en lo que sí es posible, en todo lo que has logrado y puedes lograr y sigas adelante con otra mirada.

Vengo a recordarte que tu destino te pertenece, que necesitas recuperar tu coraje, tu fuerza, tu curiosidad, dejar de lado la fidelidad infantil de llevar el dolor que viene de atrás y no te corresponde.

Vengo para que tomes lo que te corresponde y sueltes lo que no.

Tu eres tu y el regalo de tu vida te pertenece”.