La muerte de un ser querido es terrible, traumático. Si además ocurre siendo joven o de pronto el impacto te deja en estado de shock, sin poder reaccionar.
Y desde fuera se cree que uno lo lleva bien, no, no lo lleva, no se puede llevar.
La vida externa sigue, sigue a veces como si nada, dentro no es así.

Es un impacto que sacude y no se vuelve a sentir igual, surgen dudas, miedos, inseguridades. Algunos lo cubren trabajando más, estando más ocupado, con alguna adicción tipo comida, alcohol, porros; no queriendo sentir.
Puedes tener muchas sensaciones diferentes. El dolor estará presente.
Las emociones no expresadas generan síntomas muy variados, y pasan los años, y los síntomas siguen y/o cambian.

“…EMDR trabaja con el “pasado que está interviniendo en el presente”, reprocesando y logrando una integración en nuestra red de memoria (Ivonne Spinelli). “

Este artículo en la revista Esquire recoge un extracto del libro del actor cómico americano Adam Cayton-Holland en el que describe su experiencia al recibir Psicoterapia EMDR para ayudarle con la muerte de su hermana:
“La mejor droga que nunca he tomado ni siquiera era una droga. Fue la terapia EMDR”:

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